En el noroeste de la región murciana, limitando con la Comunidad de Valencia y Castilla-La Mancha, se encuentra Jumilla.
Conocer Jumilla es adentrarse en un viaje que llevará al viajero a periodos prehistóricos, romanos, musulmanes o cristianos. El Renacimiento o el barroco también dejaron huella en su arquitectura, prueba de ello son la iglesia Mayor de Santiago o la de El Salvador, respectivamente. La Ciudad Sus antiguas calles, retorcidas e ilustres, recogen el inmenso legado castellano y levantino, que han conformado su fisonomía y gente. De su centro histórico destaca la parroquia Mayor de Santiago, símbolo de la ciudad. Perteneciente al gótico tardío, fue construida gracias a las aportaciones de las pudientes familias jumillanas del siglo XV. De la arquitectura religiosa también destacan la iglesia de El Salvador, muestra del barroco murciano; la Ermita de San Antón; la parroquia Santa María del Arrabal, construida en 1430 sobre una necrópolis islámica; el monasterio de Santa Ana del Monte; y las Ermitas de San José y de San Roque, más conocida como Puerta de Granada. Mención aparte merece la Ermita de San Agustín, que marca la barrera entre el campo y la ciudad. En su interior se encuentra la imagen de la patrona, Nuestra Señora de la Asunción. Las columnas salomónicas del antiguo Concejo embaucan al viajero en la siguiente parada de esta ruta monumental. El edificio es la única muestra de arquitectura civil del Renacimiento murciano. El Casón, edificio funerario tardo romano declarado Monumento Nacional en 1931, es el mejor conservado de toda España. En su interior se conservan aún hoy tres sarcófagos. El Ayuntamiento es otra de las joyas de la ciudad, aunque fue construido en 1583 para servir de hospital. El viajero tampoco puede dejar de visitar el Teatro Vico, el Castillo-fortaleza, la Torre del Rico o el Cuco de la Alberquilla.
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