Atravesado por los ríos Tajo y Tiétar, el Parque Natural de Monfragüe se yergue como ejemplo único del bosque mediterráneo y de su magnífica biodiversidad.
El Parque Natural de Monfragüe, situado al noreste de la provincia de Cáceres, es uno de los tesoros naturales que contribuye a engrandecer Extremadura. Atravesado por los ríos Tajo y Tiétar, que confluyen en su interior, se yergue ofreciendo un ejemplo único del bosque mediterráneo y la biodiversidad que éste ofrece, dando lugar a una explosión de naturaleza y de vida inolvidable para los sentidos. Dentro de la figura de Parque Natural se encuentran los municipios de Malpartida de Plasencia, Serradilla y Torrejón el Rubio. Además de estos municipios, Casas de Millán y Mirabel se encuentran dentro de los límites de la ZEPA (Zona de Especial Protección para las Aves), declarada en 1989 y de la Reserva de la Biosfera, declarada en 2003. Adentrarse en este espacio natural es hacerlo también en una fecunda historia que se remontan a la prehistoria (2.500 años a.C.), junto con los sucesivos pobladores: celtas, íberos, romanos, árabes o los cristianos y su reconquista. Fruto de esta sucesión de pueblos y culturas es el rico patrimonio cultural de la zona (cristalizado en multitud de singulares fiestas y tradiciones) o su significativa riqueza monumental. En lo que respecta al interesante conjunto de bienes patrimoniales dignos de visitarse, destacan el poblado de El Arco y la arquitectura popular con chimeneas del siglo XIX en Cañaveral; la Iglesia de San Nicolás de Bari y la Casa Palacio en Casas de Millán; la Iglesia de San Juan Bautista y la ermita de Ntra. Sra. de la Luz en Malpartida de Plasencia; las Ruinas del Castillo e Iglesia de Ntra. Sra. de la Asunción en Mirabel; el Convento franciscano de El Palancar en Pedroso de Acím; el Monasterio del Cristo de la Victoria en Serradilla; y el Castillo y ermita de Monfragüe en Torrejón el Rubio. Especialmente atractiva resulta la artesanía de la zona con primorosos trabajos en bolillos, bordados, ganchillo y marroquinería, así como el folklore y la gastronomía autóctona, basada en productos artesanales en los que sobresalen los dulces caseros (buñuelos, chicharrones, floretas), la miel y los embutidos propios de la tradicional matanza. Para completar su inmersión en la cultura y las costumbres del lugar, el viajero tiene también citas ineludibles en las diversas fiestas y romerías que cada año, en medio del fervor popular, tiñen de colorido y luz todos los pueblos de la zona.
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