Montaña Palentina
Una de las mejores colecciones de arte románico de la Península encuentra un marco paisajístico inigualable en los valles de la Montaña Palentina, donde monasterios, parroquias y ermitas conviven con osos y águilas, sumando argumentos para ofrecerse como uno de los destinos preferentes del ocio de naturaleza y patrimonio, conceptos que aquí se convierten en inseparables.
Horizonte de montaña
No por repetida puede perder valor la consigna de que en la Montaña Palentina aguarda al visitante una de las mayores concentraciones de arte románico de Europa. Pero, más que la impresionante nómina de edificios, lo que la hace excepcional es su carácter tan íntimamente imbricado en su territorio, siendo impensable disociarlos.
Y así, del mismo modo que las siluetas del Espigüete, el Curavacas o la Sierra de Híjar dominan el horizonte en una amplia mirada, los perfiles más inmediatos son dibujados por espadañas como las de Santa María la Real de Aguilar de Campoo, torres como las de Villanueva de la Torre o San Román de Entrepeñas y volúmenes rotundos en la iglesia de Pisón de Castrejón. Aquí la naturaleza proporcionó abundancia de canteras de buenas calizas y areniscas, y la historia el marco apropiado para una especie de fiebre constructiva durante los siglos XI al XIII.
Del feliz maridaje nació una extensa y variada nómina, cuyo grado de conservación, pese a las inevitables pérdidas, se explica gracias a su recia construcción y a los avatares ulteriores, que transformaron esta zona en marginal y forzaron su declive económico.
Impronta de eremitas
Podemos así disfrutar hoy de monasterios como el benedictino de Santa María de Mave, el premonstratense de Aguilar de Campoo o el cisterciense de San Andrés de Arroyo, éste aún habitado por una comunidad femenina.
Peor suerte corrieron otros como el de San Román de Entrepeñas, San Pedro de Valdecal o la Abadía de Lebanza, en ruinas o muy transformados. Sin olvidar la impronta de los eremitas, con raíces en la Alta Edad Media y cuyas huellas podemos seguir en los cobijos rupestres de Cezura, Olleros de Pisuerga y Villarén de Valdivia.
Junto a estos grandes polos monásticos de ordenación del territorio en época medieval, duramente castigados por las desamortizaciones decimonónicas, se alzan las parroquias, núcleos del horizonte urbano, espiritual y vital de nuestros pueblos desde el medievo.
Pinturas románicas
Casi en cada localidad de la Montaña Palentina se mantiene aún su iglesia románica, e incluso más de una, como en Perazancas de Ojeda, donde a escasos metros de la parroquial hallamos la joya de San Pelayo, probable vestigio de un monasterio altomedieval y que conserva unas excelentes pinturas románicas.
Otros edificios han sido actualmente reducidos a la categoría de ermitas por desaparición del barrio que las circundaba, así la bellísima de Santa Eulalia de Barrio de Santa María, donde las cigüeñas han venido a sustituir a los vecinos.
Paisaje de espadañas
Aunque por sí mismos merecen el viaje los grandes edificios como los monasterios citados o San Salvador de Cantamuda, modelos, motores y resúmenes de la creación artística durante los siglos del románico, la expansión y traducción del estilo, como un flujo de ondas, abarcó cada rincón de estos valles salpicándolos de espadañas. Estos campanarios, con sus muros volados y remates puntiagudos, mucho más numerosos aquí que las torres, son desde hace siglos parte inherente del perfil de la Montaña Palentina.
Pequeñas iglesias
Buscándolas con la mirada y sólo con el sosiego de la visita pausada podremos sorprendernos con exquisitas creaciones en pequeñas iglesias parroquiales como las de Revilla de Santullán, Vallespinoso de Aguilar, Cezura, Matalbaniega, Cillamayor, Pisón de Castrejón o Valberzoso.
En otras, más modestas en apariencia, la recompensa del viaje puede esconderse en su interior, en forma de pilas bautismales profusamente decoradas como las de Cantoral de la Peña o Guardo, espléndidos capiteles como el de la matanza de los inocentes de Santa Cecilia de Aguilar de Campoo, pinturas murales góticas como en Mudá, Vallespinoso de Cervera o San Felices de Castillería, o espacios que invitan al recogimiento como Santa Juliana de Corvio.
Ya sea en los edificios más monumentales como en las modestas ermitas, sobresale el espléndido trabajo de cantería, primor en manos de expertos escultores en el claustro de San Andrés de Arroyo, sin duda uno de los conjuntos escultóricos más refinados que podemos encontrar en el Císter europeo.
ENCUENTRO CON VECINOS
Los vecinos de la Montaña Palentina, responsables de la apertura de varias iglesias, párrocos y voluntarios que colaboran en su cuidado y accesibilidad, han conocido el proyecto Europa Románica reflexionando juntos sobre las perspectivas cultural, religiosa, social y turística del mismo.
APERTURA MONUMENTOS
Como acción piloto dentro del proyecto Europa Románica, durante agosto de 2011 se realizaron visitas a dos monumentos románicos habitualmente cerrados: la ermita de Santa María de Quintanahernando y la iglesia de Frontada. En ambos casos, se editaron sendos folletos.
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Reportaje fotográfico: ©ACD Montaña Palentina
De reciente aparición en Destino Rural Nº 6
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Puede visitar, si lo desea, el artículo incluido en el Proyecto RETO NATURA 2000 en Destino Rural Nº4 sobre Montaña Palentina
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