La Plaza Jemaa El-Fna en Marrakech
Esta plaza se nos ofrece como el rincón más mágico de Marrakech y uno de los más bulliciosos de Marruecos.
Un exponente vivo de lo que fueron las plazas en el Medioevo, lugar de encuentro para todo el mundo.
Paseando por este singular espacio encontraremos, grupos de percusión que compiten por el público entendido, encantadores de serpientes y escorpiones, acróbatas, juglares, bailarines, pitonisas, charlatanes, tatuadoras de henna, curanderos, dentistas, acróbatas y artesanos. Y que nunca te falte una buena foto de los típicos Gnaoua, tocadores de crótalos.
El aturdido visitante repleto de sensaciones y con la memoria fotográfica a punto de colapsar puede recuperarse con los baratísimos, refrescantes y exóticos zumos que le ofrecen desde puestos que exhiben montañas de naranjas en imposibles equilibrio. En otros generosos puestos de frutas secas, se almacenan toneladas de higos, albaricoques o dátiles en sus infinitas variedades que llenan de color una plaza que supone todo un shock cromático y humano.
Pero si durante la mañana es un hervidero de comerciantes y turistas, al atardecer el bullicio deja paso a un extraordinario caos que, aunque parezca imposible, siempre encuentra su punto de equilibrio en medio del desorden. De todos los rincones de la plaza surgen carros empujados por decenas de personas quienes en unos minutos arman las piezas de un mecano gigante para acabar construyendo una auténtica ciudad laberinto de luminosos puestos de comida a cual más apetitosa.
También los cafés y las teterías que han proliferado alrededor de la plaza constituyen una buena opción para descansar. Las terrazas de estos establecimientos se han convertido en miradores privilegiados donde seguir el ritmo frenético de los habitantes y paseantes de la plaza. Pero la ciudad tiene mucho más que ofrecer...
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nº 56.
Fotografía: Reportaje fotográfico © Clara H. García