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"El lobo es una seña de calidad territorial, denota un mayor respeto por el entorno"

 2012-02-12  Autor: Miguel Ángel Hernáez

José Andrés García, presidente de la Red Española de Desarrollo Rural (REDR), explica los objetivos del Proyecto WOLF para lograr la convivencia entre el lobo y los ganaderos.

El Proyecto Wolf nace de la mano de REDR con la colaboración de administraciones y grupos de acción local, sin los cuales no habría sido posible llegar a puntos en común sobre los problemas y las necesidades que ganaderos y profesionales agrarios demandan para lograr el equilibrio en la convivencia con el lobo. El presidente de la Red Española de Desarrollo Rural, José Andrés García, explica cómo ha sido este proceso.

¿Cómo conseguís que los ganaderos colaboren en la puesta en marcha del Proyecto Wolf?
Hasta el momento actual todo lo que se ha hecho en torno al lobo siempre ha sido desde las partes, es decir, sectorial. Ha habido un planteamiento puramente ganadero, otro un tanto sindicalista desde las organizaciones profesionales agrarias y, por otra parte, la Administración, en este caso 17 administraciones.

Todo esto ha llevado a seguir considerando en la actualidad al lobo como una alimaña que, como consecuencia del batiburrillo que existe, no tiene el carácter de riqueza, de potencial, que debería tener. Lo que hacen los Grupos de Acción Local es intentar terminar con ese desencuentro entre las partes, pues por su propia filosofía se compone de administraciones públicas, personas físicas, jurídicas, asociaciones, etc.

Partiendo de esas bases donde todo el mundo se sienta para planificar y desarrollar un proyecto de futuro, con fondos europeos, lo aplicamos a problemas de ámbito local como es este caso del desencuentro del lobo con el hombre. Siempre hemos planteado que la convivencia es necesaria por una razón fundamental: es una seña de identidad de calidad territorial: donde existe el lobo denota un mayor respeto por el entorno.

Si tenemos esa riqueza, hay que ver cuál es el problema real que tenemos, primero los ganaderos que se han visto afectados por ataques de lobos, para lo que se han hecho reuniones. Y la problemática no es la existencia del lobo, sino que no se responde desde las administraciones como se tiene que responder.

¿Se le aporta al ganadero alguna seguridad ante un eventual ataque del lobo?
Desde luego. El lobo no pertenece a nadie, sino que es de la sociedad, y en este sentido todos tenemos que responsabilizarnos de los daños que cause. Hay que garantizar al ganadero que dichos daños se le van a cubrir, pero esto no implica que tenga que suscribir un seguro.

El problema con los ganaderos se circunscribe prácticamente ahí. Nos hemos ido habituando a una forma de pastoreo un poco más liberal, donde no se vigilan tanto los ganados, y el lobo, a medida que crece el despoblamiento humano, va colonizando nuevos territorios, y volvemos a tener ese encuentro. Hay que poner al servicio de los ganaderos una serie de medidas, y en eso estamos trabajando ahora, para que desde las instituciones se contemple al protagonista de toda esta historia, que es el ganadero.

¿A través de qué actuaciones se materializa esta implicación desde las estas instituciones?
Tenemos reformas de la PAC y tenemos ecocondicionalidad, donde hay que cumplir un paquete verde en las distintas explotaciones para tener acceso a esas ayudas. Lo que nosotros proponemos es que el ganadero que pastorea en zonas loberas con eso ya justifica su contribución al mantenimiento de los ecosistemas. Lo que hay que hacer es definir perfectamente las zonas loberas y especificar quiénes son los ganaderos o ganados que están realmente ahí.

Además, es un atractivo turístico de primer orden y es un sello de calidad de los territorios. Las cosas se hacen mejor que en otros sitios, por lo que nuestros productos tendrán más que ver con la naturaleza. En definitiva es poner un sello a esa aureola que envuelve a los territorios loberos y que pueda beneficiar a los mercados, y tiene una serie de complementos que son beneficiosos para el entorno, el desarrollo y el empleo.

A pesar de estas actuaciones, ¿habéis encontrado reticencias por parte de alguno de los miembros?
La atención que reciben los ganaderos por parte de las administraciones no es la que demandan. Muchas veces es demasiado lenta y no cubre los daños colaterales de un ataque de lobo. Después existen distintos modelos de gestión en cada una de las regiones, pero el lobo no entiende de fronteras. Tenemos que armonizar un recurso y todas las medidas que se tomen.

En cuanto a las administraciones, las reticencias aparecen porque todas creen que su modelo es el mejor, y cuando tienen que modificarlo empiezan a aparecer otros factores. Castilla y León, por ejemplo, tiene dos modelos de gestión al norte y al sur del Duero. No tiene sentido ahora que el lobo ya no es especie en peligro de extinción, y ahí existe ya una.

Por parte de los ganaderos, qué duda cabe que muchos en ambientes privados consideran que para el lobo la receta es plomo y hay que quitarles de en medio. El problema que existe es cuando, sectorialmente, se quiere rentabilizar el ir en contra del lobo, y esto lo vemos desde algunos sindicatos agrarios que hablan de limitar al lobo y quitarle algunos territorios.

Ahora mismo lo que hay que conseguir es la convivencia, sacar los mayores beneficios para el ganadero pero desde un punto de vista de la coexistencia, de la diversidad y el sostenimiento, sobre todo porque es lo que la sociedad demanda.

¿Cuál es el futuro del Proyecto Wolf? ¿Cuáles son las próximas actuaciones?
El futuro del proyecto pasa por lo que inicialmente se pretendía, que es aunar un modelo de gestión del lobo a nivel europeo. Tenemos colaboradores en Estonia, Rumanía y Portugal, donde la problemática es similar. Al final consiste en proponer a la Unión Europea el sostenimiento de estas especies como especies emblemáticas, como puede ser el también el oso.

Los grandes carnívoros tienen que tener presencia en los territorios porque dignifica la actividad del territorio, le identifica perfectamente como ese lugar del ecosistema con una calidad diferenciada. Y la UE debe ser la que empiece a unificar esto con las aportaciones que le podemos hacer desde lo local, desde abajo hasta arriba. Los que convivimos con estos animales somos los que debemos hacer propuestas, pero propuestas consensuadas.

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