Andalucía, tradiciones ancestrales en Semana Santa

 2014-03-31  Autor: Salvador Hernáez

Toda Andalucía vibra en los pueblos andaluces al compás de marchas procesionales y al tenue resplandor de millones de cirios y velones. Ojos de todo el planeta contemplan fascinados una parafernalia tan vistosa como ofrecen las procesiones de Semana Santa que llaman a nuestra emoción más primitiva y provoca un reflejo pilomotor que nos pone la piel de gallina.

Andalucía es una tierra mágica donde los naturaleza se encuentra presente hasta en los ritos urbanos más espectaculares como las procesiones de Semana Santa, durante las cuales recreamos, sin saberlo, ancestrales ritos agrícolas con los que se trata de provocar el llanto de la diosa tierra mostrándola su hijo sacrificado, emasculado, asaeteado o crucificado para que derrame su gracia sobre la nueva cosecha.

Las modernas Hermandades, no han hecho sino recuperar para el cristianismo los antiquísimos colegios y sodalicios, como aquella de los comerciantes sirios en Malaca (Málaga), sacada a la luz por los arqueólogos y ya significada por Menéndez y Pelayo, que mucho antes de Cristo, cuando esta tierra era fenicia, procesionaban a sus propios santos o vírgenes, llamáranse estos Astarté, Salambó, Cibeles, Mitra, Adonis, Serapis o Atis.
Las coincidencias son las suficientes para pensar que nuestra rica tradición de Semana Santa, que culmina con la Pasión y Muerte de Cristo, hunde sus raíces en tradiciones milenarias. Por ejemplo, Cibeles se procesionaba hacia el 4 de abril sobre una carroza tirada por becerros.

Sobre el 15 de marzo desfilaban Atis y los penitentes (attideia) que rememoraban la pasión de su dios. Las primeras procesiones eran las de los cannóforos que desfilaban con cañas recogidas del río, como las hojas de palma de nuestro Domingo de Ramos. Unos días después, los penitentes dendróforos recordaban la pasión de Atis, con una rama de pino sagrado, para culminar con la muerte y la resurrección del dios hacia el 24 y 25 de marzo, cuando se celebraba el día del sol.

Muchos otras coincidencias rescatadas por los investigadores atestiguan la antigüedad de nuestras tradiciones que son una exaltación del amor, de la naturaleza que renace, un canto a la fertilidad de la tierra, cuyos frutos no se harán esperar. Sin duda se trata de una de las experiencias más trascendentales que se pueden vivir en Andalucía.

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