Entre gigantes de piedra y sabores del Duero (Valladolid)
Valladolid, tradicional tierra de campos y castillos, presenta una oferta cultural única para conocer más de cerca la historia y gastronomía de nuestro país, y descubrir un paisaje con sabor medieval.
Muchos rincones de la geografía española esconden tesoros de épocas pasadas. Otros tantos ofrecen una oferta gastronómica a reivindicar. La provincia de Valladolid aúna todo esto en un paisaje único, diferente, que permite al viajero descubrir los restos de una auténtica villa romana, conocer la convulsa época medieval castellana o disfrutar del enoturismo.
Con pan y vino se anda el camino, dice un refranero popular español. Parece hecho expresamente para Valladolid. En Mayorga, muy cerca de Medina de Rioseco, sede de la exposición “Las edades del hombre” junto a Medina del Campo, se encuentra el único Museo del Pan de España. Construido en los restos de la iglesia de San Juan, el centro ofrece la posibilidad de conocer todo el proceso de fabricación, desde el cultivo del cereal hasta la retirada del pan del horno.
Con un marcado carácter didáctico, las instalaciones cuentan con la estructura interna de un clásico molino que puede apreciarse a lo largo de las tres plantas de altura que posee el Museo. Para los más pequeños, existe un auténtico obrador en el que pueden realizar sus propios panes de forma artesanal, mezclando la harina con el agua, moldeándolo y horneándolo. Todo bajo la vigilancia del panadero José Javier Caramazana.
Su vecina Medina de Rioseco, tradicional ciudad de almirantes, ofrece una interesante oferta alojativa, como bien demuestra el hotel Los Almirantes, edificio inteligente con habitaciones de alta calidad y de única decoración, y de restauración, cuyo plato más típico es el pichón, además de un magnífico patrimonio histórico-artístico en el que destacan numerosas iglesias como la de Santa María Mediavilla, que contiene la llamada Capilla Sixtina de Castilla.
Además de todo eso, Rioseco (así es conocida por los vallisoletanos) presenta una singularidad especial: es uno de los extremos del Canal de Castilla, único canal navegable de España. Sus obras comenzaron en 1753 en Calahorra de Rivas, pero la guerra y la falta de medios económicos obligaron a aplazar su conclusión en numerosas ocasiones hasta que, en 1849, finalmente Rioseco acogió la finalización del Canal, ideado como una vía de salida para los productos castellanos hacia los puertos del norte.
Lana, vino y cereal serían las principales mercancías. Con forma de Y, comprende las provincias de Palencia, Burgos y Valladolid, pasando este último por Tamariz de Campos, Villanueva de San Mancio y la ya mencionada Medina de Rioseco.
El Canal no sólo ofrece la posibilidad de realizar el recorrido turístico. La Diputación de Valladolid
pone a disposición del visitante una oferta de turismo activo que abarca alquiler de una barca eléctrica, piraguas, bicicletas, etc., así como una parada para los peregrinos de Santiago en una de las naves junto al Canal y la visita a la fábrica de harinas San Antonio, cercana a la dársena de Rioseco, que permite contemplar el perfecto estado de su antigua maquinaria.
El paisaje generado por el Canal supone una herida verde y frondosa en una superficie llana y de tonos ocres. Este hábitat ha favorecido la vida de muchas especies que viven tanto en sus aguas como en las ramas de los bosques de alrededor. Precisamente en una de las localidades por las que discurre este Canal artificial, Villanueva de San Mancio, se encuentra la conocida Posada del Canal, un establecimiento en pleno medio rural que posee la categoría de Posada Real, cercana también a la laguna de Tamariz, de gran riqueza ornitológica.